Antártida, la tierra ignota.
Glaciares desde Puerto Lockroy, Península Antártica.
Instalaciones derruidas en Isla Decepción, Península Antártica.
Puerto Lockroy, Península Antártica.
Isla Cuverville, Península Antártica.
Isla Halfmoon, Península Antártica.
Portal Point, Península Antártica.
Antigua instalación ballenera en el cráter de la isla Decepción, Península Antártica.
Impresiones personales.
Cuando pensé en la Antártida como destino fotográfico en los albores de mi profesión, siempre tuve la sensación que debía sentirse como estar en otro planeta, un lugar hostil donde la vida humana no resultaba posible.
Esa misma sensación me abordó nuevamente, años más tarde, al abrir la escotilla del barco que me llevaba hacia esa tierra de hielos inhóspita y lejana. Después de tres días de navegación, habíamos cruzado el mar de Drake desde Chile y sólo había visto mapas y cartas de navegación en mi camarote indicando nuestra posición en la inmensidad.
Esa mañana, al abrir la escotilla congelada y ver el casquete polar perdido entre la neblina y una luz opalina supe que ya no estaba en la tierra y que todo cuanto me rodeara seria nuevo y alucinante. El viento gélido y un mar de color casi negro con pequeñas olas espumosas daban la sensación de habernos alejado del sol y su abrigo miles de kilómetros.
Pensé, aquí la vida humana no es posible. Sólo nos queda intentar proteger, aunque sea a la distancia, ese mundo helado; luego encontré arrogante ese pensamiento, este lugar simplemente no nos necesitaba, no había nada en el que la vida humana pudiese mejorar. A poco navegar, apareció en un peñón rocoso una colonia de pingüinos que parecían instalados ahí por décadas.
Regresé rápidamente al camarote por mis cámaras y algunos lentes. La luz resultaba cambiante y delirante, aspecto que la hacía muy desafiante en términos técnicos. Aunque llevaba conmigo equipos digitales aun me siento muy cómodo trabajando con película. Cargaba en el bolso rollos en blanco y negro en formato 120 de Ilford PAN F Plus 50, muy frescos y listos para usar en dos cuerpos Hasselblad 500cm y una Linhof technorama 6x17.
Me interesaba capturar contrastes, nieve muy blanca y mar negro, cielos oscuros y nubes grisáceas. No consideré en una primera instancia utilizar filtros y sólo me dediqué a dilucidar el lugar. Ese primer día en suelo antártico todo fue de un profundo asombro; necesitaba antes de obturar impregnarme de frío y hielo y entender, armar el mapa interior de lo que veía y luego, una vez desenredada esa madeja de información conectarlo con el proyecto que estaba desarrollando.