La arqueología es una temática apasionante y constantemente un mundo por investigar, descubrir y documentar. El fotógrafo se mueve en el plano de lo real, de la superficie y recrea el cotidiano, pero bajo esa superficialidad de la toma espontanea aparece el pasado, lo que ya ocurrió y subyace en las capas subterráneas de la tierra, los tesoros ocultos del planeta.
Intento fotografiar los restos y los tesoros dejados por los ancestros, donde también tienen importancia estética e histórica los despojos dejados por esas culturas: utensilios que para esas personas eran desechables y de uso temporal cobran valor con el paso de los siglos y se convierten en tesoros relevantes para indagar. Trozos de cerámica, puntas de flecha, piedras ceremoniales, textiles derruidos y hasta la "señalética del desierto" que para ellos tenia un uso práctico hoy se han convertido en manifestaciones artísticas invaluables que debemos conservar y proteger; tal es el caso de los petroglifos y geoglifos que indicaban dónde habia agua, pastizales, cobijo, leña o simplemente que indicaban la ruta a seguir.
Restos de un pequeño cesto posiblemente perteneciente a la cultura Chinchorro que encontré en la costa de Pisagua, en un sitio intervenido por los huaqueros. Arriba, un recipiente de greda que luego de ser limpiado por el arqueólogo que me acompañaba en la pampa puso en el lugar cerca del Oasis de Pica en el corazón del Atacama en Chile.